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TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE PINA DE EBRO pinaescribe@gmail.com

MIL Y UNA VÍRGENES

 

Llegué huyendo de antiguas creencias,

Antiguas creencias huecas, sin sentido,

Agarrándome a la lógica, a la razón

Que no me habían enseñado antes.

 

Llegué y sin avisar

Me asaltaron mis viejos rezos.

Aparecieron ante mí en forma de Virgen

Ofreciéndome la ayuda que nunca antes me dio.

 

Pero ya no la creo. Porque ahora sé

Que hay muchas vírgenes.

Vírgenes que a mí no me dicen nada,

Nada de lo que creen los demás.

A mí me dicen otras cosas que nadie escucha:

Dicen que estaban aquí antes,

Que hace siglos las crearon hombres,

Padres de nuestras madres

Que creían porque debían hacerlo,

Que vivían sometidos a lo irracional,

Que no podían pensar solos,

Que no conocían mujeres libres,

Que obedecían a la cruz o a la tierra

Y que ya no están.

 

Y ahora lo que creo

Es que debo recordar todo lo que ellas me dicen.

Debo hacer que nada se repita,

Que todo eso se quede en el pasado,

Que no tengamos que obedecer ni a cruces ni a tierras,

Que seamos libres,

Que conozcamos los antecedentes

Y que respetemos a nuestras vírgenes

Aunque nos digan a cada uno cosas diferentes.

 

 Marisa Fanlo Mermejo, 7 de enero de 2007 

AMANDA ESCRIBE SOBRE EL CONTENIDO DE SU BOLSA

 

 

 Exótico aroma en la habitación 210

 Dulce recuerdo sobre mi cuerpo de los caramelos

 La pasión todavía perdura en mis pensamientos

 Demasiado tarde, ya he cogido el primer metro

 

 Entrará despacio para no despertarme

 Notará el ahogo incesante del hombre despechado

 Dejará un "llámame cuando puedas"

 Casi pierdo el segundo metro.

 

  La cobardía me transforma en fugitiva

  Demasiado indecente para expresarlo

  La decisión es ya definitiva

  Sólo serás un recuerdo concreto

 

  Madrid se va disipando

  A lo lejos queda la estación.

 

En primera persona

 

 

 

 

De regreso hacia su tierra

En la mochila abundan los recuerdos

Se mete un caramelo en la boca

Esos fados a la luz de la luna.

 

En su cabeza el próximo viaje

Aroma a infusiones

Quizás a un lugar exótico

Bohemia y aventurera.

 

Camina hacia su casa

Ignora la nota sobre la mesa

No le avisará cuando llegue

Rompe todos los billetes de metro.

 

Sabe que no puede ser

No entiende su espíritu luchador

El ahogo de permanecer inmóvil

Se bebe dos copas de vino.

 

Mañana preparará el itinerario.

Volverá a la estación, tan familiar, tan cálida.

 

 

 

En tercera persona

AUTÉNTICOS Y VERDADEROS ÁNGELES -Por Julia Gallego Pérez-

 

    Dedicado a mi nieto Jorge, el ángel que tengo,

Y a la memoria de mi nieto Nacho, el ángel que me falta,

Y a la unidad de neonatos del hospital Miguel Servet ,

 de Zaragoza

                 

Le contaron que no poseían ni cuerpo ni sexo, solo alas. Le contaron que, algunos, se habían rebelado contra un ser supremo y, por eso, por orgullo y por soberbia, fueron arrojados al reino de las tinieblas.

Hasta pasados más de veinte años, ella, no encontró la verdad de aquella historia:

Sus inmensos ojos verdes cobraron un tinte violáceo cuando dio a luz al primero, y al segundo. Al verlos, no hubo un rostro más plácido que el suyo.

A la puerta del quirófano, el amor de su vida, el padre de sus hijos, intentaba calmar sus miedos justificando con su silencio el respeto a los miedos de los otros. Sin embargo, para todos los que le rodeaban y les querían, aquel silencio se unía al de ellos en forma de plegaria.

 

   ©©©

Shhhh, Shhhh....

Eres un doble sueño vestido de niño.

Shhhh, Shhhh....

Es hora de dormir. Es hora de cambiar al sueño su nombre.

¿Qué fue del cuerpo que te esperaba para que lo vieras y no olvidaras nunca?

Te contaré una historia, acariciando este momento de paz, lejos ya del largo camino del dolor.

Una historia con olores a principios de otoño, a agua de rosas, a ráfagas de cierzo, y a perlas de lluvia.

Te contare historias de ángeles que duermen entre cristales.

Ángeles hechos con trozos de amor, de ilusión y de esperanza, plantados en la tierra.

Te contaré historias de vientres ya vacíos, de senos aún hinchados, de bocas deseosas de besar.

Y de temblorosas y entrelazadas manos apoyadas sobre  cristales de esperanza.

Te contaré historias de pequeños y dolientes ángeles, instalados en la dulce tentación de poseer un nombre.

Ángeles reflejados en el vientre que los contuvo.

 Te contaré historias de ángeles de más colores que el blanco.

Ángeles prematuros y vulnerables, y ángeles de rasgos diferentes.

Te contaré historias de ángeles adormecidos en un mundo imperfecto.

Ángeles entre mascarillas, y batas verdes y blancas.

Te contaré historias de ángeles que permanecen para siempre en la memoria, en el corazón y en la boca.

Ángeles, auténticos y verdaderos ángeles, poseedores de cuerpo, de sexo, sin alas.

Te contaré la historia de un ángel que se oculta en tu mirada, mientras siento que solo es lluvia lo que resbala por mis mejillas.

 

SIN LÁGRIMAS

Lloro porque me he quedado

sin lágrimas

y como las nubes que pasan

inútilmente sobre la tierra árida

mi corazón se marchita

sin ellas.

Mi lloro es un lamento

de la vida, del tiempo

de la muerte que llevo adentro

adherida como hiedra

al árbol pleno

al que roba vigor, juventud

y hasta sus sueños

y ya no tengo más lágrimas

para llorar mis miedos

y temo despedirme seca

como el desierto.

 

Arrate

LO QUE ESCRIBÍ PARA EL TALLER DEL 23-11-06

 

Lo primero fue el color:

Naranja y verde

Así llegué

 

En la foto de un DNI viejo

Veo a mi bisabuelo

Me llama esparvel

Sonríe con la boca torcida

-Ha visto demasiado del mundo-

No puede sonreír del todo

Yo en cambio

En el pilón de San Roque

Sonrío medio desnuda

Con la ignorancia del mundo

Reflejada en la cara 

 

En el jardín de la plaza

Con un Miguel redondo

El color se multiplica

Pero poco a poco empieza a desaparecer

 

Y David ya fue gris

Alguien acababa de morir

Todos tenían miedo

Yo también

En mi habitación oscura

Ojos de muñecas encima del armario

Como a todos a mí también me vigilaban

 

Y aquella muerte trajo más vida

Y salimos al monte

Y a la arboleda

Y jugamos al fútbol entre los pinos

En sitios donde antes hubo una guerra

 

Y veo el lápiz del carpintero

Siempre detrás de la oreja

Una herencia como cualquier otra

Ignorado sistema de sujeción

Y bicis extrañas al salir del colegio

Con todos los primos buscando un hueco

Y ataúdes donde esconderte

Con esa tela acolchada y blanca

Y gafas empañadas al comer lentejas

Todo el invierno comiendo ciega

Y ropa manchada con cada viaje

Con cada verano y sus vacaciones

 

Y estoy con mis abuelos

Leyendo la Lecturas tras la misa del domingo

Y esperando los cinco duros de propina

Y veo a la Felicidad

Con la moneda en la mano

Cuando le llevo mis higos

Y a la Pilarín

Dándonos chocolate de su tienda

Y a Juan el Rosquillas

Cortando el pelo a mis hermanos

Y al Ángel el Cojo

Entrando en su quiosco

A vendernos chucherías

Y a mi abuela y sus hermanas

En el comedor de la tía Carmen

Jugando a la perejila

 

Y veo a mi Virgen y a mi decepción

Y veo lo que fui

Y veo lo que soy

 

Lo mismo

Pero con ausencias

 

Marisa Fanlo Mermejo, 13-11-06

FRíO

Es invierno en mi alma

y hiela mi pecho

la nieve se acumula

y sopla el viento.

Llueve en mis ojos

aguacero intenso

mi boca muda

guarda silencio

¡Si el sol saliera

y rozara mi pecho!

seguro fundiría

todo este hielo

y mi boca de risas

llenaría el cielo...

y espero aterida

sentada en el suelo

que ese milagro ocurra

mientras aún haya tiempo.  

Arrate Gallego

EJERCICIO CON EL CONTENIDO DEL SOBRE

EN PRIMERA PERSONA:

La noche nos vino encima, como si la oscuridad quisiera tendernos un telón que pusiera fin a nuestro último acto.

Volvía en silencio, regresábamos de nuestro último encuentro en aquel bar de copas llamado Hierba de Indonesia, mientras un sabor a sacarosa, miel y gengibre se explayaba por mi lengua. Era algo extraño, galvánico y súbito.

Contra el fieltro de mi bolsillo, un aviso, y cuatro billetes de ida de mugrientos  metrobús.

Y, en mi mano, adherido como sanguijuela chupadora, un billete de vuelta.

Un, llámame cuando puedas alcanza mis sentidos y enfría mis deseos.

¿Para qué? ¿Para qué quiero llamar?

El tren nos lleva a la tierra del olvido. Ahora se ha puesto el sol y es hora de plegar.

 

EN TERCERA PERSONA:

La noche les vino encima, como si la oscuridad quisiera tenderles un telón que pusiera fin a su último acto.

Volvía en silencio, regresaban de su último encuentro en aquel bar de copas llamado Hierba de Indonesia, mientras un sabor a sacarosa, miel y gengibre se explayaba por su lengua. Era algo extraño, galvánico y súbito.

Contra el fieltro de su bolsillo, un aviso y cuatro billetes de ida de mugrientos metrobús.

Y, en su mano, adherido como sanguijuela chupadora, un billete de vuelta.

Un llámame cuando puedas alcanza sus sentidos y enfría sus deseos

¿Para qué? ¿Para qué quiere llamar?

El tren les lleva a la tierra del olvido. Se ha  puesto el sol y es hora de plegar.  

Julia Gallego

CUANDO ERA NIÑA

Cuando era niña, mis pies recorrían aquel espacio. Entonces todo me olía a pan tierno, a mantecados a magdalenas y a bollos.

Dibujaba con harina palabras recién aprendidas, y escondía mil preguntas sin respuesta bajo el miedo a lo desconocido.

Hoy, siento mis pies recorriendo el mismo espacio. Todo me huele a plástico, a pegamento, a pintura, a loza, a papel de regalo y a cercana despedida…

Nuevas estanterías robando: tableros de madera, mostrador verde, pintado capa a capa por la mano firme de mi padre, latas de repostería, portezuela, amasadora, pila de agua, palas, leña, tercerilla, cabezuela…

Mi trabajo: el mismo espacio, ese lugar donde duermen mis recuerdos y se ocultan mis deseos.

Julia Gallego 

Ejercicio sobre nuestro trabajo para el próximo taller 

¿QUÉ PASA QUE NADIE NOS MANDA NADA? OS CUELGO UN POEMA PARA VER SI OS ANIMAIS.

EN TERCERA-POEMA DESDE UNA BOLSA

 

Dos billetes juntos

dos billetes dos

en tren climatizado

expreso como el café

¿De Madrid al cielo?

Viaje inverso del triángulo que corta.

 

A dos billetes juntos

dos billetes dos

la grapa que junta no hiere

la V que marca no sangra

a dos billetes juntos

juntos de fumador.

 

Madrid-Zaragoza-Huesca.

 

Un mundo raro

de Periferias

a dos billetes juntos

en el círculo de arena separó.

 

Maldito ciento trece

¿y el ciento treinta y tres?

¿por qué no?

 

JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ

 

El primero de Amanda en el taller

 

Miraba a través de la ventana

El mundo me parecía muy limitado

Gente variopinta que atravesaba la infinita calle

Imaginaba sus nombres y sus vidas

 

No me gustaba el ruido estremecedor de los coches

No me gustaban los días grises y melancólicos

No me gustaba la ciudad

A mis ojos párvulos tampoco

Me encantó la idea de cambiar...

 

Llegaron –puedo decir tal vez- aquellos años tan mágicos e interminables

Los amigos devotos y no devotos

El olor tierno a pan y hojas otoñales

El primer revolcón junto al río

Las expediciones con mochila y bicicleta

El rabino de la abuela con perras gordas

Los cigarrillos compartidos clandestinamente

Subir a tientas las escaleras aquellas madrugadas del sábado

 

Me gustaba el piar de los pájaros

Pensaba en mi próximo destino

Me gustaba el pueblo

No fue difícil elegir itinerario

Me gustaba el paisaje que miraba a través de los cristales

El fervor y el anhelo llenaron mi equipaje...

 

La bella Florencia me excitaba

Cinco años adorando el “Duomo” y su “campanile”

Las joyerías del “Ponte vecchio”

Aquella pizza suculenta en mi barrio bohemio

Aquellos alumnos que hicieron tan grata mi profesión

Aquel hombre seductor llamado David

 

Me gustaban los viajes en tren

No me gustaban los “carabiniere”

Me gustaba el “bellissima” del vecino de enfrente

Echaba de menos el “cuéntame” de Patricia

 

Me gustaba el arte renacentista

No me gustaba el teléfono

Descolgué y dije “vuelvo con vosotros”

 

Ahora estoy aquí

Todo me es familiar

Este lugar lo he vivido

 

Tras ese cálido abrazo de las nueve

Miro de reojo el mapa...

 

Amanda Carreras, noviembre 2006

Decepción

La Virgen es buena,

Siempre me espera encima de mi cama.

Una madre protectora,

Con un manto azul,

Con un niño en brazos,

Con tristeza en la mirada.

No podrá salvarlo.

 

La niña quería ser buena,

Y rezaba,

Siempre en la oscuridad,

Para no ser vista,

Para ocultarse.

Y la Virgen la miraba fijamente,

Con su tristeza infinita,

Profunda.

Miraba su pelo corto,

Crespado y pelirrojo.

Pero no la oía.

Había mucho ruido alrededor.

 

Ahora la Virgen está quieta,

Su manto azul se cae a trozos.

Ya no mira nada,

Está como muerta y es muy fea.

No bajó a ejercer de peluquera,

No consiguió alisarle la melena,

Ni hallar el tono rubio deseado.

 

El niño y la niña fueron hacia el ruido.

No pudo salvarnos.

 

Marisa, junio 2006

Empiezo con el poema que escribí para el taller de Miriam Reyes basándome en un verso de Sergio Algora y otro de Pablo Neruda

 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Cielo ha muerto.

 

Hoy hace un año y ella sigue en todas partes.

En su despacho de diputación,

Y en el cuadro que eligió;

En el directorio de los teléfonos,

con su nombre al lado del 8892;

En mi lista de direcciones electrónicas,

Con la suya sin borrar todavía;

En la bandeja de entrada,

en el mensaje de navidad de su marido y su hijo;

En el despacho de la sede

Donde tienen la foto de todas;

En esa foto de todas las mujeres

Que ya no podremos repetir;

En la plaza que inaugurábamos

Cuando me llamaron para avisarme;

En la carrocería de mi coche

Con un golpe del día de su funeral;

En todos los recuerdos de mi trabajo

Que tienen mi madre y mi tía;

En el cabello de ángel de mi madre,

Que le dio la receta para hacerlo;

En todos los actos a los que viene su familia.

 

Pero Cielo ha muerto.

 

Marisa, mayo de 2006

 

 

FLOTO EN UN MAR DE AZUCAR

I

Floto en un mar de azúcar

entre regaliz rojo y caramelos de menta

con pipas Churruca de paquete grande

arroz inflado y patatas fritas.

Navego en las podridas aguas del papel cuché

mientras veo pasar la vida por el ventanuco

en mi solitario encierro hexagonal

me emborracho de dulces y vinagreta.

Un rayo de sol golpea las horas pesadas y orondas

y un gorrión picotea mi paciencia.

 

JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ- NOVIEMBRE 2006