Decepción
La Virgen es buena,
Siempre me espera encima de mi cama.
Una madre protectora,
Con un manto azul,
Con un niño en brazos,
Con tristeza en la mirada.
No podrá salvarlo.
La niña quería ser buena,
Y rezaba,
Siempre en la oscuridad,
Para no ser vista,
Para ocultarse.
Y la Virgen la miraba fijamente,
Con su tristeza infinita,
Profunda.
Miraba su pelo corto,
Crespado y pelirrojo.
Pero no la oía.
Había mucho ruido alrededor.
Ahora la Virgen está quieta,
Su manto azul se cae a trozos.
Ya no mira nada,
Está como muerta y es muy fea.
No bajó a ejercer de peluquera,
No consiguió alisarle la melena,
Ni hallar el tono rubio deseado.
El niño y la niña fueron hacia el ruido.
No pudo salvarnos.
Marisa, junio 2006
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