LA PELIRROJA
Apenas habla, pero sus ojos comunican igual que mil bocas. De pelo rojo, ojos verdes y curvas peligrosas, apenas resalta su belleza madura en la penumbra en que se mueve. Cuando estoy cerca de ella, mis ojos recorren la cicatriz que rodea su garganta y me imagino una navaja fría recorriéndola de lado a lado y el miedo aflorando a su rostro. Entonces su sonrisa pícara me devuelve a la tranquilidad de su guardarropa. A Madame Luna le gusta cómo trata a los clientes, cómo cuida cada prenda como si fuera única, depositando la ficha en cada mano rozando delicadamente los dedos con los de los demás. Ella es una mujer con clase y por eso en el burdel, la pelirroja es tratada con cariño por todas.
Arrate
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