Tocata y fuga: un ejercicio de autores múltiples del taller de Daniel Gascón
Tocata y fuga
- Supongo que piensas que eso lo cambia todo - dijo.
- Pues claro que lo cambia. Si al menos hubiera sido con una desconocida... pero no, tenía que ser con ella. ¿Qué quieres? ¿Qué siga saliendo con vosotros y acordándome toda la vida? Lo que más me jode es que me lo habían avisado tantas veces... y como una gilipollas no les había hecho caso iY no pongas esa cara de cordero "degollao"! iMe pones mala!
- Tú sí que me pones... bueno, ya sabes cómo me pongo cada vez que lo hacemos. Aunque no creas, no eres la que mejor me lo hace, ino!, ini mucho menos, tonta engreída! A ver si te enteras de una vez por todas de por qué me fui con otra.
- Pues ¿sabes qué te digo?, que, que... que te largues, que tengo a otros esperando. No te necesito.
- Ah, ¿no? ¿y cómo vas a pagar esta mierda de piso de 20 metros con tu sueldo mileurista?
- Compartiré piso con Bea o con Sergio...
- Ya o con tu madre.
- Pues seguro que ella no me traicionaría como tú.
- Lo que te pasa es que te gusta vivir bien a mi costa y viajar en mi Mercedes descapotable. Eres una aprovechada y una mierda seca miserable. Y ¿qué te crees? ¿que no te veo cómo miras con ojillos al butanero?
Luego llegó el silencio, pesado, absurdo, envolvente, nítido, atronador, implacable, y se tornó tranquilo, cercano, limpio, común y sincero. Ella cogió su mano y, como siempre, hicieron el amor encima del piano.
30 de mayo de 2007
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