La última clase -Julia Gallego Pérez-
Saber es acordarse (Aristóteles)
Cuando el profesor dio por terminada la lectura, el silencio me bloqueó por un instante la inspiración. Ese breve relato que nos mandó escribir, no sería si no un esbozo de vida si mi diestra no conseguía mover aquel bolígrafo de plástico, con las siglas DPZ, que Marisa me regaló en el primer taller con Ángela Labordeta.
Morir sin haber nacido, triste destino- me dije.
Y, así, con resignada tristeza, acabé la última clase:
Daniel Gascón había llegado a Pina en una tarde bochornosa. Iba a ser su última tarde con nosotros, y la última clase de creación literaria de adultos del curso. Daniel Gascón es un joven escritor que escribe novelas, guiones de cine al tiempo que triunfa con dos de sus libros: "La edad del pavo y El fumador pasivo".
Como cada miércoles (una vez al mes), nos reunimos el grupo:
En la clase, había un tablero largo de viejo aglomerado soportado por un par de caballetes metálicos; unas sillas; una pizarra; y un calendario caduco de año. Y hacía calor
Lo peor, sin embargo, era que no podía escribir. Me sentía metida en un callejón sin salida, y estaba buscando por todos los escondrijos un destello para escapar de aquella sequía.
-"No sé como empezar", esto es lo primero que dije.
Para colmo de los males, observé la exagerada concentración de mi compañera Arrate que, dale que dale y sin levantar la vista, vomitaba, sobre la pista cuadriculada, toda la poesía que lleva en la cabeza:
"Es invierno en mi alma
Y hiela mi pecho
La nieve se acumula
Y sopla el viento
Llueve en mis ojos
Aguacero intenso
Mi boca muda
Guarda silencio
Si el sol saliera
Y rozara mi pecho
Seguro fundiría
Todo este hielo
Y mi boca de risas
Llenaría el cielo...
Y espero aterida
Sentada en el suelo
Que ese milagro ocurra
Mientras aún haya tiempo".
Sentada en la silla, me sentía trastornada por la duda. Una profunda sensación de angustia se abrazaba a mi cerebro y en el estómago se me revolvía el amargor de las pastillas.
Para remachar el clavo, me vino a la memoria el comienzo de aquel magnífico relato de José Manuel, ganador del primer concurso de relatos de la editorial ABACO:
"Dios ha muerto. Sin avisarme ha muerto. Sin dejar sucesor, ni siquiera uno que le sustituya de manera interina. He probado con Alá, Jehová, Buda, Shiva, Brahmá y Visnhú, Quetzal, Cóalth, Mitra, Atón, Osiris y Horus, pero me parece que no me hacen caso. Por eso he decidido crearme mi propio Dios verdadero.
Mi Dios verdadero es un Dios para estar por casa. No tiene grandes pretensiones pues todavía no se ha desarrollado. Por el momento, no es un Dios vengativo como otros, ni busca obediencias ciegas como en las sectas destructivas...."
Pasaban los minutos y no se me ocurría nada. En aquel momento, deseé convertirme en la otra Julia. La otra Julia posee un don especial para la escritura. Ella no conoce la sequía. Ella es capaz de parir, junto al sentimiento, decenas de palabras:
"Se despertaba al atardecer ya vestida; cogía su carro de la compra y bajaba al callejón que había detrás del restaurante cercano, donde sacaban las basuras y desperdicios del mismo. Sin escrúpulo ninguno comía de ellas lo que pillaba; guardaba en sus bolsillos de su mugrienta bata todo lo que podía y con su carro recorría todos los contenedores de los alrededores y hurgaba en ellos..."
En esto, Amanda llegó. ¡Hola! Lo siento, no he podido llegar antes- dijo; y al decirlo sonrió de la forma más bella que uno pueda imaginar. Amanda es dulce, joven y especial; y así cuenta lo que crea:
"Miraba a través de la ventana
El mundo me parecía muy limitado
Gente variopinta que atravesaba la infinita calle
Imaginaba sus nombres y sus vidas..."
Frente a mí, Jaime masticaba el último pedazo de una apetitosa palmera de chocolate. Jaime tiene el aspecto de un chico al que no le importa la moda, vestido con un cómodo pantalón azul de trabajo y una vieja y descolorida camiseta de algodón.; en realidad no se para a pensar en si gusta o no gusta a los demás. A mí me gusta; está muy bien. Y sus escritos intrigan:
"El señor José, pese a su nariz llena de venillas rojas, alcohólicas; y a sus ojos legañosos, llenos de huevas de moscas que se lo están comiendo, es una persona que se hace querer..."
Di media vuelta sin decir nada y salí a la calle; estaba hasta las narices del dichoso móvil: algún impertinente quería decirme algo. Así era imposible escribir.
Escuché que Ana María comentaba algo con Daniel. Ana María es maestra; y también inventora de ideas:
"La figura asoma sigilosa, el maletín negro, los pantalones negros, el aura oscura, la cabellera blanca. Otea las cabezas de los niños sentados desde detrás de sus gafas; gafas de pasta, cejas fruncidas, boca recta..."
Iba cayendo la noche cada vez más cerrada, casi extravagante, como si la hubieran elaborado en un relato fantasmagórico.
En este momento, me desentendí de todo, miré a Marisa, y recordé a su Virgen:
"La Virgen es buena
Siempre me espera encima de mi cama
Una madre protectora
Con un manto azul
Con un niño en brazos
Con tristeza en la mirada
No podrá salvarlo
La niña quería ser buena
Y rezaba
Siempre en la oscuridad
Para no ser vista
Para ocultarse
Y la Virgen la miraba fijamente
Con su tristeza infinita
Profunda
Miraba su pelo corto
Crespado y pelirrojo
Pero no la oía
Había mucho ruido alrededor
Ahora la Virgen está quieta
Su manto azul se cae a trozos
Ya no mira nada
Está como muerta y es muy fea
No bajó a ejercer de peluquera
No consiguió alisarle la melena
Ni hallar el tono rubio deseado
El niño y la niña fueron hacia el ruido
No pudo salvarlos".
Poco a poco me fui calmando. Después, preguntamos a Marisa si seguiríamos con el taller en el próximo curso. Ella, pensativa, encogiéndose de hombros, dijo.- ¡A mí no me miréis! Yo no se nada. Aunque, nada me apetecería más...
-Política...-pensé:
Esta es la tierra dura
La flor oscura que ignora
Empieza ya el baile de los electos
Unas pocas palabras: desierto y sigilo.
La voz del pueblo es la voz que clama
Voz acallada en tantos quebrantos.
Trucos retóricos
Puntos de vista
Opiniones y palabras diferentes
Hechos complejos.
Lo difícil es compartir.
Metáforas
Recurso imaginativo
Argumento quebradizo
No se llega
No dejan cruzar
Oigo sonar los pasos en la cuesta
A pulso de trabajo
Mudo de halagos
Silenciado por la ausencia.
Esta es la tierra ingrata
Obsceno es el mundo
Y nos conducimos con suntuosidad
Es la ebriedad de la política
La exclusión no es perfecta
No
Cabría comentar que nunca he tenido inquietudes políticas, en el sentido de persona que se dedica a ejercitar ese género. Creo que no está hecho para mí. Sin embargo, respeto a las personas que exponen su imagen, y dedican su tiempo y parte de su vida en beneficio de la comunidad- escribí.
Finalmente, y antes de marcharnos, con el corazón, y en silencio agradecimos a la que todavía seguía siendo nuestra concejala delegada de educación de adultos estos cuatro mágicos y fructíferos años: nunca antes había habido tantos libros leídos, ni tanta inquietud por la literatura, ni habíamos conocido a tan magníficos escritores que alababan el movimiento literario de Pina. Y, esto gracias a nuestra Marisa Fanlo, concejala, amiga, y compañera de taller.
Julia Gallego Pérez
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marisa -
José Manuel -